jueves, 31 de octubre de 2013

La completa historia horrible de los EEUU (1)



En las series siempre llega un momento en que algún personaje cuenta su “historia horrible”, aquel trauma de su pasado o aquel secreto inconfesable que lo hace ser como es:  normalmente un personaje de carácter difícil o extraño, o el antagonista, o el malo. La historia horrible justifica sus acciones, y a partir de ese momento lo miramos de forma distinta. El malo ya no es tan malo, y el bueno ya no es tan bueno. Momento repetido tantas veces que ya es un cliché: la “historia horrible” En los mangas psicológicos todos los personajes tienen su “historia horrible”. Ninguno ha tenido una vida simplemente normal. Por supuesto en el mundo real no todo el mundo tiene su historia horrible, hay gente insoportable y malvada simplemente porque sí, sin nada que los redima ni trauma que los justifique. Su historia horrible suele ser para los demás… Cuento todo esto para que se sepa de donde sale eso de la “historia horrible”, con todas sus connotaciones irónicas y/o sarcásticas. 

Oliver Stone contó su incompleta historia horrible de los EEUU, centrándose en la imagen que el mundo tiene del imperio yanqui desde la 2ª Guerra mundial para acá. Yo, en grandes rasgos, esperando no enrollarme demasiado, voy a intentar contarla completa. Pues bien, para comprender al mayor imperio de la historia hay que empezar desde el principio...



1
 
Las Cuatro Eras de la Humanidad




La historia de la humanidad se divide en cuatro grandes periodos, cada uno más corto que el anterior.
 



Era simiesca

El más largo, el primero, duro un par de millones de años, durante los cuales los humanos solo fueron un simio un poco más listo que los demás que sabía usar herramientas, algo no muy diferente a lo que hacen los otros simios listos hoy día. Fue la era de las piedras, palos, huesos y ramitas para rascarse. Terminó con el primer gran salto tecnológico: el uso del fuego, como transportarlo y encenderlo, o sea, el control de una fuente de energía. Gracias al cual se ganó tiempo a la noche, que se aprovechó para inventar la cultura humana contando historias alrededor del fuego.




 
Era de los cazadores y las recolectoras
 
El segundo duro cientos de miles de años en los que los humanos fueron cazadores y recolectores nómadas, durante el cual se inventó el arte, la religión y la dieta escasa pero variada. Los humanos se hicieron más o menos como ahora, simios poco peludos, aunque por entonces eran más altos y fuertes. Todo gracias al gran cambio en la dieta: de comer cuatro hierbajos y carroña a comer de todo: fruta, verdura, pescado, carne... Se suele describir al cromañón como un depredador, obviando la precariedad de la caza. Si un día no tienes suerte te jodes sin asado. En cambio se olvida la otra actividad, más segura, estable y nutritiva, aunque no tan espectacular: la recolección. Pues no deja restos, las cestas y palos para agitar ramas se pudren, las puntas de flecha y los arpones de hueso no. Aparte hay otro pequeño detalle: en las tribus más primitivas la recolección la suelen hacer las mujeres, llegando a aportar más que la caza. Con lo cual la situación entre sexos debió ser bastante más equilibrada de como lo pintan esas bonitas especulaciones sobre el origen de la pareja romántica burguesa en la noche de los tiempos… La actividad estable y segura la hacían las mujeres, y la insegura y peligrosa los hombres, así que difícilmente una mujer iba a buscar estabilidad y seguridad en un hombre de forma natural.





 
Era de la civilización agraria
 
El tercero duró miles de años, a partir del comienzo de la civilización y la domesticación de plantas y animales. Durante el mismo se inventó la escritura, la ciudad, la política y la dieta pobre pero abundante. La población creció comiendo mal por lo que le gente se hizo más pequeña. Mientras que sus antepasado cromañones eran altos y fuertes, por pura supervivencia frente a una naturaleza nada bucólica, la gente civilizada era enana. Por eso en todas las culturas antiguas existe el mito de los gigantes del pasado remoto. Como la selección natural ya no eliminaba a los gilipollas la humanidad se llenó de ellos. Aparecieron diferentes grupos de interés dentro de una misma comunidad, pueblo o ciudad, dando lugar a la conflictividad social y la guerra organizada. Todo a partir de un elemento que no podía existir entre los cazadores y recolectoras nómadas, que solo podían cargar lo que llevaban a cuestas: el almacén de comida. El problema: animales y clanes más antiguos que pasen por el lugar recolectando como de costumbre… “Hostia, un montón de comida sola, que potra” De pronto los animales sagrados se convierten en sucias alimañas y los otros clanes en ladrones, barbaros y salvajes. Por tanto el almacén debía estar vigilado. ¿Quiénes se encargarían de tan ingrata tarea? Pues los cazadores: las alimañas pueden ser peligrosas, hacen falta armas, y los otros clanes tienen otros cazadores, también armados. Ah, pero por lógica quienes con más frecuencia debían aparecer merodeando por el almacén en mitad de la noche eran las recolectoras habituales, o sea, las mujeres. En ese estado de cosas antes o después la lanza pasaría de apuntar a las alimañas a otros hombres, y las lanzas de todos los hombres a las mujeres, y ya está liada.




Era de la civilización agraria patriarcal: propiedad, comercio y monopolio 

La época de la civilización agraria tiene dos periodos, que en su día identificó Marx (no Groucho, el barbudo) El esclavismo y la servidumbre feudal. Pero en esencia ambos parten del mismo principio: la riqueza proviene de la tierra y de los brazos para trabajarla. Sin tierra ni fuerza de trabajo no hay cosechas que llenen almacenes. El poder lo monopolizan los dueños de la tierra, pasando progresivamente de jefes a señores, nobles y aristócratas.
 
Comerciar con el excedente acumulado siempre fue una fuente de riqueza alternativa para todos ellos. Pero pronto esa actividad tuvo sus especialistas: dueños de barcos, animales de tiro, y demás intermediarios: los mercaderes. Solían asentarse en cruces de caminos y lugares de paso, que se convirtieron en pueblos y luego en ciudades. Para facilitar las transacciones los mercaderes empezaron a usar dinero. Con el tiempo algunos de ellos comenzaron a guardar el dinero de los demás, y otros tantos a acumularlo para gastarlo en empresas más grandes. Así aparecieron banqueros e inversores. Pero los dueños de almacenes todavía tenían la fuerza de las armas, pusieron orden en los caminos y empezaron a cobrar impuestos para pagar sus fortalezas, palacios, obras públicas y ejércitos. De modo que aparecieron los Estados y reinos. Los reyes gobernaban sobre los demás nobles terratenientes (el primero entre sus iguales) y sobre los mercaderes de las ciudades (que no eran sus iguales, pero pagaban impuestos).


Toda la economía medieval se basa en el monopolio: el noble o rey debe tener la propiedad sobre la tierra y sus productos pues son su fuente de riqueza y poder. El más rico es quien más y mejores tierras poseía, o más oro o monopolios comerciales. En un sistema basado en la simple acumulación.



Para que ese patrimonio acumulado no se pierda tras la muerte su propietario debe dejarlo como herencia a sus hijos. Tener muchos hijos, además, significa más mano de obra, y más riqueza para la familia. Es en este punto donde mantener vigiladas a las mujeres se convierte en algo fundamental, pues es la manera de asegurar que los herederos sean propios y no de la competencia. El control sexual de las mujeres es clave para mantener el orden social en una economía agraria patriarcal, dado que de él depende la legitimación de la riqueza y la transmisión de la propiedad. Poseer el monopolio sobre una o varias mujeres equivalía a tenerlo sobre un huerto o una vaca, una fuente de riqueza más.
 
Con el renacimiento y la aparición del comercio colonial la economía medieval basada en el monopolio se sofisticó convirtiéndose en mercantilismo. Según las doctrinas mercantilistas los reinos debían acumular riqueza en forma de metales preciosos, materias primas y bienes manufacturados; controlar férreamente las exportaciones e importaciones; comerciar sobretodo consigo mismos y maximizar la mano de obra, pues minas, aserraderos y astilleros requerían mucha. Según el mercantilismo la mano de obra debía mantenerse pobre mediante salarios bajos para que trabajase más y estar poco educada, pues eran trabajos que requerían escasa cualificación y mucha obediencia. Los monarcas absolutos actuaban como señores feudales, monopolizando sus imperios de ultramar como aquellos monopolizaban sus tierras y castillos. El Imperio Español es el mejor y más grande ejemplo de esto: malgastando la inmensa riqueza saqueada de América en vetustos proyectos medievales como la reconstrucción de un imperio romano cristiano y católico. De forma que el país apenas se desarrolló, mientras la mayor parte de los dineros se iban en pagar la deuda con los banqueros genoveses y alemanes...
 


Era presente 
 
La era de la civilización agrícola patriarcal duró hasta el siglo XVIII, el llamado siglo de las luces, durante el cual comenzó la industrialización en Inglaterra, salto tecnológico que aún sigue en marcha. El descubrimiento del fuego se generalizó muy despacio, en muchos miles de años. La domesticación debió durar unos cuantos miles. Apenas llevamos unos pocos cientos de años de industrialización, estamos viviendo en plena convulsión evolutiva y no tenemos idea de cómo será el humano que venga después. Pasamos de simios a cromañones altos y fuertes, y de enanos civilizados a gente "bien alimentada", alta y fofa.

La gente nacida a partir del renacimiento y el descubrimiento de américa por los europeos ya intuía que vivía una revolución drástica en el modo de vida de la humanidad. Pasar de una sociedad basada en el trabajo físico con una difusión de la cultura muy limitada y controlada por las elites, a otra basada en el trabajo de las maquinas con una difusión de cultura cada vez menos limitada y más difícil de controlar. Era un cambio inevitable, pues se necesitaba mano de obra cualificada para manejar las nuevas máquinas, científicos e ingenieros para crearlas, y especialistas formados para administrar una economía cada vez más compleja. Para la gente culta no resultaba difícil darse cuenta que las nuevas herramientas tenían un poder de cambio inmenso, y que a la humanidad se le habría un campo enorme de posibilidades que nunca antes había tenido a su alcance. En este estado de cosas mucha gente llegó a creer que cualquier futuro era posible y que tan solo dependía de nuestra voluntad. Si se permitía que la voluntad de los elegidos por dios triunfase la humanidad se liberaría de sus cadenas.

Así se inventaron los grandes ideales, las utopías, los revolucionarios y reformadores, y la idea de progreso. Cada grupo de interés quería imponer su propia idea de cómo debía ser el futuro a la vez que cada vez más gilipollas seguían vivos, así que la cosa no podía acabar bien. El choque de los ideales con la naturaleza humana llevó los peores conflictos que ha conocido la humanidad. Empezando por las guerras de religión.

Mayflower


Las consecuencias de esas guerras fue lo que motivo que un puñado de puritanos ingleses se exiliase en el nuevo continente, decididos a poner en práctica su propia utopía religiosa, y vivir libremente. Pero resulta que américa ya estaba llena de gente. De hecho dentro del futuro territorio de EEUU se juntaban tres épocas de la humanidad. Pese a que en Europa todavía se nos educa con una idea de progreso lineal, en la que unas épocas se suceden a otras dejando atrás las viejas y obsoletas, -una idea heredada del cristianismo-, en realidad eso nunca ha sido así. Las eras de la humanidad se mezclan, influyen y solapan unas con otras, pues somos una especie joven. En la norte-américa del siglo XVII estaban los indios del interior, que vivían como caza-recolectores, desde las tribus de las praderas a los esquimales en el norte; la civilización agraria, en forma de Imperio Español, de raíces en el medioevo europeo y levantado sobre las tierras de otros indios también civilizados, que cultivaban la tierra y habían fundado grandes ciudades, hoy reducidas a ruinas; y por fin, la nueva forma de pensar que se estaba gestando, y que acabó dando lugar a la revolución americana, y al mundo actual. Sin olvidar los cientos de miles de esclavos africanos que se fueron llevado al nuevo continente para trabajar.

Y de esa mezcla explosiva salieron los Estados Unidos de América...
 


To be Continued