sábado, 9 de noviembre de 2013

Canal 9 (1)


Como todos sabéis cierran Canal 9, la televisión autonómica valenciana. Los detalles escabrosos sobre las noticia ya los glosan sobradamente otros medios, así que yo me limitare a recordar lo que ha representado Canal 9 en mi vida como espectador. Quizá se produzca un milagro, y no se cierre o algún día se recupere, pero por el momento, es de dudar. Así que esto es una espacie de epitafio, u homenaje. Aunque lo cierto es que no hay mucho que homenajear…

La Prehistoria

En los profundos años ochenta, cuando solo existían los dos canales de TVE, ya daban una programación regional dedicada a la comunidad valenciana, creo recordar que la cosa se llamaba Aitana. En ese pequeño espacio del medio día, que incluía el informativo territorial de RTVE, me parece que ya daban las noticias en valenciano. Ahora se me escapa ese detalle, pero recuerdo muy bien aquel informativo porque viéndolo fui consciente por primera vez de mi deseo sexual, al descubrirme mirando demasiado fijamente los brazos desnudos llenos de redondeces de la presentadora y darme cuenta que no escuchaba a nada de lo que decía. Tenía la cabeza llena de brazos, como para recordar en que idioma hablaba..., bueno, sí: el lenguaje universal. Así supe dos cosas: las chicas no tienen que hacer nada erótico para despertar atracción en un hombre. El deseo no lo provocan ellas, está en nosotros. Y dos, las partes del cuerpo que despiertan atracción no tienen por qué ser únicamente el culo y las tetas, y en un crio de doce años de los ochenta, eso es nivel. Vaya cosas raras aprende uno viendo el telediario. A ojos de hoy aquellos programas eran bastante pobres, apenas daba tiempo a poner las noticias y algún mini-docu sobre la albufera, no daba tiempo a más. Crecí con ellos, y los veía como parte del paisaje, pero a ojos de los estatutos de autonomía, era un arreglo provisional, o así me llegaron a convencer de ello.

Antes de las privadas llegaron las teles autonómicas. La primera que llego a casa, en Valencia capital, fue TV3, la tele autonómica catalana, en 1987. En teoría no debíamos verla, fue cosa de la asociación catalanista “Acció Cultural del País Valenciá” Poneros en contexto, solo seis años después del 23-F, dos años después de que la TV2 estrenase sus emisiones de la mañana, y de pronto se podíamos sintonizar otro canal. Yo creía que era algo pirata ―de hecho, lo era―, urdido por esas malvadas comunidades de vecinos que retransmitían cintas con derechos de copyright por video comunitario, como nos advertía muy seriamente el FBI antes de cada película. No te lo tomabas en serio porque nadie podía creer que el FBI pudiera venir hasta aquí para vigilarnos… Aprendí que era eso del pirateo viendo en las noticias como vaciaban cajas llenas de películas VHS grabadas para video comunitario, mientras el locutor declamaba en el mismo tono usado para los hallazgos de zulos de la ETA. Lo miraba y pensaba “¿Y cuál exactamente es la diferencia entre una copia legal y una pirata? Sera que se ven mal o algo…” Lo cual, entonces, era cierto.

Ver TV3 tenía el morbo de lo prohibido, lo hacías a escondidas, conectando cables por detrás del televisor y sintonizando canales con nieve, temiendo que en cualquier momento se cortase la emisión… De hecho a veces ocurría. “Ya está, toca meterse debajo de la mesa, como en el congreso…” La realidad es que la inmensa mayoría de nosotros no lo veíamos por razones políticas, era un canal extra, el primero que nos llegó, y eso era algo muy bienvenido. Aparte, ponían programas para gente de mi edad que no se veían en TVE, más modernos o simplemente distintos. Bueno, entonces no era consciente de ello, pero la presencia de TV3 generó una especie de carrera de armamentos entre las recientes autonomías, pues todas querían tener su propia televisión, y entonces eso se veía como algo muy serio y un éxito de la democracia. Entonces, coincidiendo con mi pubertad, se inauguró Canal 9.

Los inicios: el berenjenal de la lengua

Los inicios de Canal 9 corresponden a esa época mágica entre la niñez y la adolescencia que todavía le da un halo especial a todo. Sin embargo ya me daba cuenta que la programación se distinguía por dos cosas, el estilo de comisión de falla, o sea mucho cartón piedra y Rosita Amores meneando unos pechos descomunales con los pezones cubiertos con tapacubos de coche en algún programa nocturno (cosa que a mí me dejaban totalmente frio, pues hasta para un crio de 14 años educado sexualmente por Sabrina Salerno eso resultaba casposo y antediluviano, todavía estaba muy lejos el que se pusiera de moda eso que llaman vintage) Sin olvidar al inefable Joan Monleón regalando “cinc-mil pésetes” a señoras mayores con un movimiento de prestidigitador en su cutre concurso. Momento que comenzaba con una cancioncilla siniestramente profética. “A guanyar diners, on están, on están, a guanyar diners, on están, on están, tirori-tito, tirori-tito…” De significado obvio, pero para los lectores de países lejanos traduzco: “a ganar dinero, a ganar dinero, donde está, donde está, a ganar dinero…” Cuentan las crónicas que aquella frase de “yo estoy en política para forrarme” que se atribuye a ese ninot churruscado con rayos uva llamado Eduardo Zaplana, en realidad la dijo uno de los directores que años después nombró para la cadena… Cancioncilla cantada, además, para rizar el rizo, por unas azafatas vestidas de vedet de revista que aparecían cargando unas huchas a modo de pechos, pues Canal 9 no fue solo pionera de la telebasura tombolera, también de las Mamá-chicho. “Si esto es la cultura valenciana, ¿dónde me bajo?” ¿De verdad creíais que toda la parte cutre vino después…?

También ponían mucho dibujo animado reciclado doblado al valenciano, ahora me viene a la mente “Els Herculoids”. Entonces sentía más vivamente eso que llaman nostalgia qué ahora con casi 40 tacos, fue como un retorno a la infancia profunda. Dibujos de movimientos anquilosados y robóticos, efectos de sonidos (kuuuwaaakunnnn), propios de la época de las series originales de He Man, Transformers, o G.I. Joe.  Las emisiones en pruebas del canal eran más una vuelta al pasado que otra cosa, pero todo el mundo esperaba expectante. Era un canal nuevo.

A diferencia de TV3, Canal 9 se vanagloriaba de ser bilingüe, algo que se correspondía con lo que yo había vivido en la calle, la escuela y el instituto. Muy poca gente que conociera en la capital del Turia hablaba valenciano, los que iban a “línea en valencia” solían llevar pañuelo palestino, o proceder de los pueblos de la Huerta. La polémica sobre la lengua estuvo ahí desde el principio, pero no me voy a meter en ese berenjenal. En TV3 el mapa del tiempo aparecía con Cataluña, Valencia y Baleares, en Canal 9 a veces si, a veces no, lo cierto es que ahora ni me acuerdo. ¿Realmente importa? Yo a la vez estudiaba valenciano, y los libros de la materia explicaban con claridad meridiana de que iba el tema. Que si el sustrato árabe hacia distinto al valenciano de su primo del norte, que si la mezcla de la emigración aragonesa tras la reconquista, que si el Tirant lo Blanc o las obras de Ramon Llul estaban en catalán o valenciano, que si tal, que si pascual, cuando la realidad sobre el terreno era la que había y todo eso solo eran politiqueos absurdos y juegos florales.

Sin embargo Canal 9 nunca fue plenamente bilingüe. Desde el principio la mayor parte de la programación estuvo en castellano,  como por ejemplo las películas, y solo una parte en esa variedad del catalán llamada valenciano, aunque si se hizo un notable esfuerzo en doblar muchas series, como las de dibujos animados, siguiendo el ejemplo de TV3. Tuvo su efecto, pues siendo el castellano mi lengua materna, y viviendo el estudiar valenciano como una odiosa materia extra, escuchar Canal 9 y TV3 hizo que al final fuera capaz de entender perfectamente ambos idiomas, que no son tan distintos después de todo. En la práctica me hizo bilingüe, lo que en teoría era el objetivo de la cadena, si entendemos el bilinguismo no como ser obligado a hablar dos idiomas a la vez, -que para mí solo se debería exigir a los funcionarios-, sino como hablar la lengua en que mejor me expreso y que el otro me entienda. O sea, la escuela R2-D2 y C3PO de bilinguismo, donde me dieron clase Han Solo y Chewbacca. Y ahora mismo, por mi bien, me salgo de este berenjenal en que me he metido, antes de empezar a hablar de “inmersió llinguistica”. Quina por.

Los 90: Nit de Erotisme

Los primeros 90 fueron la época de mayor audiencia de la cadena. Aún recuerdo la profunda emoción que me embargó cuando supe que Canal 9 iba emitir una película erótica cada sábado por la noche. Cabe recordar que era una época donde podían pasar semanas sin ver una sola teta en televisión y la emisión de “Enmanuelle” fue todo un acontecimiento y un hito de la democracia. Para dar con algo subido de tono tenías que rebuscar en los Tele Programas y estar atento a la hora adecuada, de madrugada, temiendo que en cualquier momento tu padre se levantara a vaciar la vejiga y te “descubriera”. La idea anunciada por aquel presunto directivo de Canal 9 se materializo en “Nit de Erotisme” Programa que fue bastante longevo, emitiéndose con la misma cortinilla incluso pasado el cambio de siglo. Ponían sobretodo películas eróticas de los 70s: Historia de O, Enmanuelle 2, 3, 4…, o películas S españolas de la época del destape. Así descubrí el cine de alta calidad de Jess Franco y su musa la actriz Lina Romay. Recuerdo madrugadas en el apartamento de la playa agazapado con el mando del video VHS en la mano y un rollo de papel higiénico cerca…

Yo crecía, pero mi hermano, cuatro años más joven, grababa y me hacía ver “Les Tortugues Muntants”, rebobinando una y otra vez los momentos clave, y se sabía todos los diálogos en valenciano. Idioma en que también recuerdo la serie de “Els Cazafantasmes”, basada en la película original. Otra que recuerdo muy bien era “Els Guardians de la Galaxia”, la veíamos en verano, estando en la playa, a la hora de merendar. No tenía nada que ver con el comic de la Marvel que ahora llega al cine, claro está. Mezclaba antiguo oeste con espacio, en la línea de los múltiples clones de Star Wars, con una animación espectacular para la época, realizada en estudios japoneses y de las primeras en incluir gráficos por ordenador. La canción de los créditos, estilo ochentero, me despertaba morriña. No es extraño que C9 tuviera éxito de audiencia en sus inicios, pues ponían series mejores que en otros canales.

Entretanto TV3 había sido pionera en la emisión de series de anime japonés, empezando por el Doctor Slump, de Akira Toriyama, y luego, por supuesto, la grande, “Bola de Drac” La sigo conociendo así, pues las peleas de Goku y compañía se pusieron y repusieron tanto en TV3 y como luego Canal 9 muchos años antes de que se emitieran en ninguna cadena nacional. Para mí las verdaderas voces de Goku, Bulma o el “Geni Tortuga” fueron las del doblaje catalán y valenciano, que además siempre fue de mucha mejor calidad que el perpetrado por Antena 3 con la misma Bola de Dragón o Naruto. Junto con Bola de Dragon emitieron otra, de lucha libre desquiciada, llamada “Musculman”, con notable éxito. Cuando el público general redescubrió el anime, que había desaparecido de las parrillas hacía años, para nosotros Goku era una serie antigua. Me pareció divertidísima la polémica sobre la violencia del manga montada por gente cono Nieves Herrero allá por el 94. A esas alturas ya estábamos curados de espanto.

En TV3 siempre cuidaron el anime y la programación juvenil mucho más que cualquier otra cadena, pública o privada, incluyendo Canal 9, aunque en sus comienzos trataba de seguir sus pasos. Dejando de lado cualquier consideración política, ciñéndome solo a lo que he visto, TV3 era lo que más se acercaba a lo que debería ser una buena televisión pública. Dando un servicio público y atendiendo los gustos minoritarios o poco comerciales con el respeto debido. Claro que hablo de antes de la época de la hipertrofia.

En esos años yo veía bastante cine, pues era uno de los principales contenidos de la televisión. Y para no ser menos en Canal 9 ponían películas estreno y ciclos de cierta calidad. Antes de que la saga de “La Guerra de las Galaxias” se convirtiera en Star Wars, solía emitirse con regularidad por Canal 9. Recuerdo ver “El Imperio Contraataca” o “El Retorno de Jedi” los sábados por la tarde, como cualquier película de relleno normal. En algún lugar tengo que tener las dos, grabadas de C9 en 1989 o 90, o sea, en su versión original, sin ningún retoque. La copia del “Imperio…” tenía un defecto que siempre se repetía en la misma escena, cuando el Halcon Milenario aceleraba para perderse en la galaxia, haciendo pensar que en realidad estaba viendo una copia pirata, o algo así. Tengo en mi memoria ese momento en que Darth Vader se arrodilla ante el Emperador con la mosca del Canal 9 -un 9 con la C tumbada encima- en la esquina. “Mi plan sigue tal como estaba previsto, jajajajajaja” con esa risa cascada de Emperador maligno… Por entonces el gobierno de la comunidad todavía era socialista, tanto en la Generalitat, cómo en el Ayuntamiento... Pues sí, el plan seguiría tal como estaba previsto. “Promocionar la idioma propio, y el audiovisual valenciano” “¡Es una trampa!”

Las noches aburridas de verano las pasaba entrado y saliendo del comedor a la terraza del apartamento, grabando porno suave, películas, y videos de la MTV. Terminada la juerga, me quedaba a ver la cortinilla de cierre original de Canal 9, contemplándola con una emoción especial. Tenía su encanto, como la de TV3, y permaneció invariable durante muchos años, conforme me hacía mayor.

Fallas y cintas de video 

No pongo lo de fallero solo por su parte peyorativa: sin la colaboración de Canal 9 mi hermano no hubiera acabado siendo artista fallero, o sea, el tipo que construye esos monumentos que se queman, que en tiempos eran de cartón piedra y últimamente de corcho blanco. Así que desde siempre Canal 9 ha sido un “must be” cada 19 de marzo y hemos grabado cremas desde que el primer video entró en nuestra casa, hace lo menos treinta años, que se dice pronto. Empezamos con las de TVE, así que cuando llegó Canal 9 simplemente continuamos la tradición. Mi hermano guarda en Beta y VHS decenas de cremas, de la falla del Ayuntamiento, de las de sección especial... Pero la cosa no se quedó ahí. El final de los exámenes y comienzo de las vacaciones de verano pronto quedo unido a la retrasmisión en directo de las Hogueras de Alicante, cuya versión de la crema siempre terminaba en la “banya”  Con los bomberos disparando sus mangueras contra un público ansioso de ser refrescado y uno pegado a la mosca de C9 tratando de encontrar alguna chica entre la masa de tíos descamisados y aulladores. “¡Porque todos son tíos! ¿Es que ellas no tienen calor? Maldito pudor absurdo ¿Dónde están escondidas? Ala, mira, una chica, con toda la camiseta chopada, a vore, a vore, ah, pero lleva bañador debajo, traidora… Si fuera tía me estaría pegando un festín de torsos, la vida no es justa”

Se notaba que TVE tenía mejores cámaras y conservaba los mejores ángulos, pero obviamente Canal 9 emitía más horas, con programas especiales, y fallas de varias secciones, todo presentado por unos jóvenes Chimo Rovira e Inés Ballester. Era divertido comparar una emisión con otra, en la de TVE apenas podías oír los silbidos y abucheos que acompañaban las notas del himno nacional tras cada crema, en la de C9 se oían perfectamente. Con el tiempo las retrasmisiones fueron ganando en espectacularidad, con planos de helicóptero y todo tipo de parafernalia, eclipsando por completo a TVE. Pese a todo siempre faltó algo, siempre fue como cutre, como realizado por esas comisiones de falla que están más pendientes de la juerga y la borrachera que de la propia cultura de la fiesta o el monumento, que es lo que le gente viene a ver. Pues gente pedo y gamberros los hay en cualquier fiesta, pero fallas no. Era esa sensación como de no tomárselo del todo en serio, como de estar a otra cosa, y de hecho…

Radio 9: Bartual y els Monstres

Para terminar la primera parte de este repaso no podemos olvidar una mención a Radio 9, a la que ahora también le llega el final. En aquellos años de música máquina y bacalao las tardes de verano no habrían sido las mismas sin ese otro gordito calvo valenciano conocido como Bartual, que había alcanzado cierta fama gracias a sus actuaciones en el programa de García Tola en la TVE de los ochenta. Ya en los primeros noventa estuvo presentando en Radio 9 el "Bikini Club", donde junto con su compañero J.J. Coll pinchaba los éxitos del momento, remezclados con sus imitaciones sin demasiada gracia de monstruos clásicos, como Drácula, la momia, el Frankestein, “l’home llop”, etc.,  o sea, "Bartual y els Monstres" Emisión cutre donde las haya, pero que sin embargo cosechó un notable éxito en sus inicios, convirtiendo a Bartual en un personaje de los últimos años de la celebérrima “ruta del bakalao”, junto con ese otro monstruo llamado Chimo Bayo.

Los inicios de la telebasura en forma de programas de desaparecidos como “Quien sabe Dónde”, -que pronto derivaron en el puro sensacionalismo disfrazado de documento de actualidad, haciendo su primera cumbre con aquel infame programa de Nieves Herrero tras el hallazgo de los cadáveres de las niñas de Alcacer-, se cebaron con la ya de por si decadente movida valenciana, que poco después se convirtió en una de las primeras víctimas de los gobiernos del PP.